viernes, 30 de diciembre de 2016

Te quiero, mamá

Te quiero, mamá...

Cada nota que escribía a su hijo adolescente, comenzaba así, siempre pensó que palabras tan 

importantes no podían dejarse para el final ni permitir que sonasen a despedida.

La vorágine diaria no les permitía compartir demasiado tiempo así que, ella cada mañana, antes de 

salir a trabajar, regaba de notitas de colores la mesa de la cocina, que él mientras desayunaba en 

la soledad de cada despertar, leía entre bostezos: " Que tengas un buen día", " Te dejo la comida 

en el frigorífico, "come bien", "Por favor, no te olvides de poner la secadora cuando llegues", notas 

que siempre comenzaban con un "Te quiero, mamá".


Aquel día, se le atragantaron las magdalenas, se le encharcaron los ojos cuando descubrió el 

amanecer y su soledad a tavés de la ventana de la cocina y el reflejo de las notas de colores en el 

cristal.


Entonces y por primera vez, él también dejó una nota: "Yo también te quiero mamá"





BLo (Santiago de Compostela 2016)

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