Con los brazos colgando de la rama de un árbol y los pies inmersos
en las aguas gélidas de un río
observo el puente que un día un
hombre enamorado
construyó para encontrarse con su amada,
congelo el instante entre mis ojos y tu sonrisa mimetizada
me siento más en calma, bañada de luz y agua
si estoy en la vereda de ésta orilla solitaria
me encuentro y me sorprendo
en la magia del helecho ,
en el cauce entre los muslos y el ombligo,
en la gota de rocío y el canto del pajarillo,
en la piedra rebosante de sudores y verdores,
en las manos que acarician y entrelazan el destino
pero no quiero dejar de ser hoja y no quiero dejar de ser trino
me
encuentro y me sorprendo
suspendida
entre la duda y el conjuro de un hechizo
al
que le faltó la sangre y las púas del erizo
Blo
(Santiago de Compostela 2017)